Nuestra maestra Virginia García nos ha escrito este artículo tan interesante...
La educación que se enseña tradicionalmente
en las aulas se empeña en ofrecer contenidos y procedimientos enfocados a
evaluar los dos primeros tipos de inteligencia: lingüística y
lógico-matemática. No obstante, esto resulta totalmente insuficiente en el
proyecto de educar a los alumnos en la plenitud de sus potencialidades. Nosotros,
sin embargo, bajo nuestro marco teórico damos cabida al hecho de que un/a alumno/a pueda ir muy bien en matemáticas y a
la vez tener dificultades en la lectura y que otro/a niño/a posea una
sensibilidad especial para la música y otra menor en el plano interpersonal.
Para desarrollar las potencialidades cognitivas en nuestra clase, tratamos
de explorar qué inteligencias tiene un/a
niño/a más desarrolladas y por tanto, cuál es el camino más fácil de aprender
para él/ella, así como facilitar vías al desarrollo de aquellas otras más
alejadas, proporcionar herramientas metacognitivas a través de esta toma de
conciencia y finalmente visibilizar la excelencia de todos/as y cada uno de
ellos/ellas, ya que estamos convencidos de que todos y todas la tienen.De tal manera hemos estructurado la clase, en espacios que hemos llamado “ambientes” y que desarrollan las 8 inteligencias clasificadas por esta teoría: lingüístico-verbal, lógico-matemática, visual-espacial, musical, corporal-kinestésica, intrapersonal, interpersonal y naturalista.
Ningún niño/a es mejor ni peor que otro/a, pero sí distinto/a. Einstein no era más ni menos inteligente que Michael Jordan, simplemente sus inteligencias pertenecen a campos diferentes. Y en esta diversidad está nuestra riqueza, la riqueza de nuestro Primero, el motor que nos mueve cada día a aprender, a crecer…y a (con)vivir.
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